lunes, 19 de agosto de 2024

Botellones en las playas

Nunca vamos los lunes a la playa del Duero. Por eso hoy me he quedado impresionada de la cantidad de basura que dejan los bañistas del fin de semana. Lo primero que he visto son restos de un botellón, con sus latas de refresco vacías y botellas de cristal de litro de cerveza. Tres latas y una botella. Después envoltorios de paquetes de galletas o chips o caramelos y una bolsa de plástico colgada de una rama que supongo alguien se había olvidado. También alguna mujer había dejado la bolsita en la que vienen la compresas femeninas y una usada doblada. 

Sorteando tanta asquerosidad nos hemos metido en el agua dando gracias porque la fuerte corriente del Duero nos traía agua limpia y fría. Mientras los perros y yo nadábamos he visto como llegaba el camión de la basura municipal a devolver a un lugar tan agradable su aspecto natural. 

Es una de las playas del municipio de Puente Duero, con su hábitat específico de fauna y flora. Ahí bajan a beber los jabalíes, corzos, zorros, ardillas, topos y erizos. Escuchas y ves volar alondras, grajos, perdices y cigüeñas. Los pescadores aficionados no se van sin alguna carpa, barbo y cangrejos de río cuando es la temporada. Y, según parece, el fin de semana se hace presente esa especie que no es capaz de divertirse sin ensuciar: la humana.

Gracias, mil gracias a los servicios de limpieza que borran con su trabajo la barbarie del fin de semana y, tras su paso, los humanos que queremos vivir en armonía con la naturaleza paseamos, corremos, andamos en bici y nos bañamos como si, por un momento, hubiéramos vuelto a un pequeño paraíso terrenal. 

Estos minis botellones de la playa de Puente Duero son insignificantes al lado de las que se han montado desde principio de verano en otro lugar mágico y que, además, pertenece a la Red Natura 2000: la playa El puntal, en Somo, municipio de Ribamontán al Mar, en Cantabria. 

El Puntal es un arenal de 4'5 km en la parte noroeste de la bahía de Santander al que se puede acceder en barco desde Santander o a pie desde Somo. Al no ser una de las playas más frecuentadas de la zona en alguna de sus dunas se practica el nudismo y se permite, durante todo el año, el baño de perros. 

49 formaciones vegetales, de las cuales 20 son prioritarias, y 9 taxones de fauna de especial interés. Eso es lo que se cargan los miles de jóvenes que se reúnen en El Puntal para hacer sus botellones. Hasta 5000 personas se han juntado en esas fiestas y han dejado regueros de basura que contaminan el arenal y el agua. No le quedó otra a principios de agosto al Ayuntamiento de Ribamontán al Mar que solicitar el apoyo y la ayuda de la Guardia Civil. 

Los jóvenes preocupados por el medio ambiente que se manifiestan ante los políticos y los ciudadanos, que aprovechan las reuniones nacionales o internacionales para dar visibilidad a su causa, ¿por qué nunca van a un botellón a impedir que sus compañeros de generación destruyan la flora y fauna de playas como la de El Puntal? 

El daño medioambiental debería ser una rémora del pasado. 

Muchos jóvenes, como muchas personas de mi quinta, cuidan con amor cada centímetro de la naturaleza, pero son cientos, miles y seguro que millones los que, a pesar de disponer de una información y de una educación ambiental privilegiada, siguen siendo insolidarios y destructores. 

No necesito ir a El Puntal al día siguiente de un botellón para argumentar lo que pienso. Me ha bastado con la basura que he visto esta mañana: hay que multar el daño medioambiental por pequeño que sea, como te multan por ir a 55 en un tramo donde es obligatorio ir a 50. Y si se pone de moda que miles de personas se reúnan a festejar en una zona de la Red Natura 2000 hay que prohibirlo. Ojalá que la educación fuera suficiente para inculcarnos a todos un civismo y un respeto medioambiental absoluto, pero cuando falla, la Ley debe actuar.