jueves, 5 de septiembre de 2024

Mis años de Madrid

 Soy madrileña pero solo he vivido 20 años en Madrid, mis primeros 20 años. 

Vivíamos en el Barrio de Ciudad Jardín, muy cerca del Parque Berlín que se había inaugurado en 1967

Slow runners

Nací en una época en que andar era una cosa y correr otra. Entre medias como mucho había la marcha, esa forma de andar a toda velocidad que alguna vez admirábamos en las retransmisiones deportivas.

El que corría corría. Levantaba los pies del suelo y tendía a ser rápido, no digo olímpico, pero sí rápido. La diferencia con los que caminaban, fuera dando la vuelta al barrio o ascendiendo una montaña, estaba clara.

Después aparecieron los corremontes, esos montañeros rápidos que necesitaban mucho menos tiempo en cualquier ascensión que montañeros experimentados. Corrían en pistas, senderos y también en roca, en suelos inestables de todos los tipos, con barro, nieve o en la arena de los desiertos. En pendientes de más de 20% de inclinación a veces subían andando pero, si te fijabas en los tiempos, imponían el mismo respeto que cuando les veías correr. Muchos de ellos, además, bajaban a tumba abierta, como si no hubiera un mañana o les persiguiera un oso. No se caían, evitaban raíces, hoyos, piedras; se les hundían los pies y piernas en el barro, la nieve y el agua como si nada. 

Algunos corredores que se habían curtido en el Atletismo empezaron a animarse con las carreras de montaña y les gustó. Primero por la montaña, segundo porque si venían con buenos tiempos en asfalto en montaña podían destacar. 

Hasta aquí todo más o menos normal. Unos caminaban y otros corrían, unos eran andarines, caminantes, senderistas; otros corredores, corremontes o runners.

Todas estas categorías se han mantenido y ha surgido una nueva, la de los slow runners, los corredores lentos. 

Un corredor lento es el que corre un kilómetro en llano en más de 7-8 minutos y al que le cuesta bajar de estos tiempos. Si participan en una carrera de 5 kilómetros sus tiempos oscilan entre 35' los más rápidos a 50' o más. No suelen correr toda la distancia que elijan sino como mucho correr un tercio o la mitad y andar el resto.

Antes no era el objetivo de nadie practicar un deporte en que caminaras y corrieras, eso era solo una forma de comenzar a correr. Muchos no lograban llegar a sentirse cómodos corriendo, así que se conformaban con andar y mejorar como senderistas o evolucionaban hacia la marcha o la marcha nórdica.

A casi nadie que no pudiera correr cómodo 5 kilómetros se le ocurría inscribirse en una carrera de 10 km y mucho menos en una media maratón o en una maratón completa. De la misma forma que senderistas básicos que de vez en cuando hacían una excursión de 10-15 kilómetros no pensaban en inscribirse en una carrera de montaña técnica de ultradistancia.

El sentido común venía, en general, de fábrica.

Ahora un slow runner que no consigue correr 5 kilómetros en llano se te apunta no solo a una maratón de asfalto para terminarla, en el mejor de los casos, en 5-6 horas sino que tampoco duda en apuntarse a una media maraton, maraton y ultramaratón de montaña con miles de metros de desnivel. El proyecto no parece ser llegar a correr sino ser finisher, es decir, terminar y poder enseñar la medalla o diploma en las redes sociales. O incluso no terminar y compartir la experiencia.

Este cambio de perspectiva se justifica diciendo que el slow runner también es un runner, que el corredor lento también es un corredor; pero, en el fondo, se está llamando correr a lo que es andar o como mucho combinar correr y caminar.

 Lo que me llama la atención es que tanto las organizaciones de muchas carreras como las marcas deportivas lo están fomentando. Ya he visto, en las redes sociales, varias infuencers slow runners invitadas por una gran marca de ropa y calzado deportivo a todo el evento UTMB con antelación para conocer el recorrido y después a la carrera: equipación, viaje, hotel, todo. Prefieren patrocinar a slow runners  que, en el mejor de los casos, terminarán los últimos antes que a corredores que pueden hacer un top 25-50 absolutos.

Mi conclusión es que vivimos un tiempo donde todos queremos todo y, si no podemos con algo, pues lo reformulamos, lo reinventamos y ya está. Pronto existirá el chair running, donde se te considere corredor parándote cada kilómetro a descansar en una silla; o el car running donde puedas afrontar la maratón conduciendo despacio y todas contarán con muchos adeptos y patrocinadores. 

Ninguna de estas modalidades levantará los pies del suelo de principio a fin y, por lo menos para mí, por eso mismo, carecerán de la magia y de la sensación de libertad que da correr de verdad.