domingo, 1 de septiembre de 2024

Balance de agosto

El 1 de agosto empecé este reto de escribir a diario un texto de opinión. Mis objetivos eran dos: compartir las ideas y temas que me vienen a la cabeza y recuperar la disciplina de sentarme todos los días a escribir. 

Tras la primera semana ya me di cuenta de que lo de escribir a diario era un sueño, una fantasía. Al haber acogido en mi casa a mis dos padres ancianos todo se ha descolado: no solo los armarios donde ha habido que hacer sitio para sus cosas, sino la casa, los horarios y hasta el descanso. Yo que muy pocas veces a lo largo de mi vida he padecido insomnio me he encontrado a las tres de la mañana, y tras un día agotador, con los ojos como platos intentando negociar con mi cuerpo y mi mente para que dejaran de pensar y se durmieran.

No les traje a mi casa en un momento de preocupación o compasión, no ha sido un acto impulsivo, sino que es algo que he pensado y ponderado durante dos años para evitar que terminen su vida en una residencia. Seguro que funcionan muy bien y que hay muchas donde los ancianos se sienten como en casa o incluso mejor, pero yo las veo como una cárcel donde un ser humano pierde casi toda su libertad, y tampoco he sido capaz de dejar a mis perros un solo día en una residencia canina. Como todo en la vida, aunque la reflexión y el diseño estén bien hechos, aunque sean impecables, aunque estés convencido de que es la decisión que quieres tomar y el camino que quieres andar, luego hay que bajar a la realidad y ahí empieza la fiesta. 

Pensé en abortar el reto de escribir a diario un texto de opinión y dejarlo para cuando lleguen unos meses menos ajetreados. ¿Y si no llegan? Así que decidí que no, que si no podía a diario sería «casi a diario» y que iba a sacar el tiempo sí o sí. Ahora llegamos al 1 de septiembre y, mejor o peor, he podido conciliar la realidad con el reto. 

Escribir estas entradas en septiembre no será más fácil que ha sido en agosto, me seguirá costando muchísimo sacar tiempo para esto; volveré a preguntarme si dejo caer este reto y me responderé que no. Tal vez no me dará tiempo tampoco en este mes a impulsar la difusión de estos textos, pero por ahora me conformo con escribirlos. 

Cuando aprendes a correr hay una técnica muy humilde que suele dar muy buenos resultados: CACO, Caminar-Correr, alternar minutos caminando con minutos corriendo y, poco a poco, reducir el tiempo en el que andas para aumentar de forma progresiva el tiempo en el que corres. 

La adaptación de esta técnica a la escritura es lo que me ha salvado el reto en agosto: combinar días en que las ideas fluían y podía estructurarlas y redactarlas a mi ritmo normal, con otros en que me interrumpían en cada línea y perdía el hilo, no siendo capaz ni de concluir un texto de 500 palabras.

Voy a por septiembre con realismo y fuerza, sabiendo que habrá textos en que caminaré tan despacio que me preguntaré si estoy parada, pero manteniendo el objetivo de aumentar, con respecto a agosto, el tiempo de carrera. Correr y caminar según los días, tachando en la agenda el «entrenamiento» conseguido para motivarme y creer que podré conciliarlo todo.