lunes, 9 de septiembre de 2024

Los valores familiares tóxicos

Sigue habiendo en España algunos valores familiares ancestrales que aún no se han conseguido erradicar.

Ya nadie espera que sea la mujer la que se ocupa solo de las tareas del hogar y nadie espera que solo el hombre traiga el sueldo a casa, pero sigue prevaleciendo dentro de las familias españolas que, en el cuidado de enfermos, ancianos y discapacitados, unos tengan más obligaciones y más responsabilidades que otros. Sigue habiendo una jerarquía: La tarea de atender a los demás se adjudica antes a la mujer que al hombre, a los solteros que a los casados, a los que no tienen descendencia frente a los que sí los tienen. 

Las estadísticas lo demuestran y la prensa lo recoge regularmente. Es casi imposible encontrar una familia donde se logre un equilibrio. Hables con quien hables, cada vez que comentas este tema y descubres un poco de lo que pasa en cada casa, siempre hay uno de los miembros que está mucho más implicado que los demás, sin que haya una razón de peso para ello. 

A raíz de lo que se vio y vivió durante la pandemia, del abandono de ancianos y enfermos por parte de sus propios hijos, incluso si vivían en la misma ciudad y hasta en la misma calle, se han modificado las leyes sobre la herencia. Antes unos padres para desheredar a uno o a todos los hijos tenían que haber sido maltratados física y/o verbalmente, ahora basta con no ser atendidos en sus necesidades vitales.

Este cambio en la legislación, que cada día cuenta con más jurisprudencia, está terminando por fin con el abuso de los hijos  que después de no haber movido un dedo por ayudar a sus padres se presentaban el día de la lectura del testamento a reclamar lo suyo. Es un gran avance que va a ir frenando a todos los aprovechados.

Al igual que en su momento las personas no se atrevían a denunciar los abusos que sufrían por parte de sus parejas, no está la sociedad española todavía preparada para que se presente una persona adulta en una comisaría a denunciar los abusos que sufre por parte de sus propios padres, hermanos o hijos. 

Si Freud levantara la cabeza se frotaría las manos ante la cantidad de libros que podría escribir y casos que podría tratar. 

La familia debería ser un espacio protegido para todos sus miembros y, sin embargo, es el lugar donde se encuentran algunos de los daños más grandes que a nivel psicológico puede sufrir un ser humano. En 2024, no en el siglo XIX. 

Por eso estoy convencida de que las leyes en relación con la familia parental seguirán evolucionando y tal vez llegará a haber una ley de divorcio intrafamiliar, en que una persona adulta pueda ir al juzgado a solicitar un divorcio de alguno o algunos de sus familiares. Porque por mucho que evoluciona la sociedad, por lo menos en España, no nos entra en la cabeza que el ADN no es una tarjeta de crédito infinita.

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