lunes, 23 de septiembre de 2024

Los dueños de perros

 Siento devoción y pasión por los perros, sobre todo por los míos. Así que sí, según la Ley soy propietaria de dos perros. No voy a escribir aún sobre los maltratadores de animales porque es un tema demasiado triste y doloroso para empezar la semana. Me voy a conformar con compartir mi opinión sobre el grupo al que pertenezco, el de los dueños de perros. 

Hace días paseaba a las ocho de la mañana por un parque cercano a la playa de Canet d'en Berenguer. Un hombre joven, de menos de 40 años, pegado al móvil, paseaba a su Bull Dog, que era muy bonito y parecía muy bien cuidado. El perro hizo sus necesidades a lo grande encima de la hierba y el dueño no lo recogió. Lo vio, entre pantalla y pantalla de móvil, pero... no había nadie o casi nadie en la calle, así que para qué. Sí llevaba bolsas en la correa, todo de último diseño. Allí dejó el monumento al excremento canino, bien visible, en medio de un césped cuyo cuidado y riego pagamos no sé si todos los españoles pero seguro que los residentes en Canet. No es la primera vez que veo algo así, ni la última. De hecho no hay semana que no me encuentre cuatro o cinco veces en la misma situación.

Segunda costumbre generalizada de los dueños de perros: llevarlos sueltos donde es obligatorio que vayan atados. «Mi perro no muerde», «no hace nada», «se me ha soltado», etc. Eso de que no muerde está por ver, siempre está por ver, porque no poseen unos incisivos de susto para adornar. Pueden darse mil circunstancias que empujen a un perro a morder y las mordeduras, por pequeñas que sean, tienen consecuencias: hematomas, infecciones, desgarros como poco. 

Es mentira que un dueño, salvo que sea un experto educador canino, pueda estar seguro al 100% de la reacción de su perro. Es mentira. Hay personas que, sin motivo aparente, les inspiran desconfianza e incluso, a algunos, agresividad. Hay gestos que los desconocidos hacen con la mejor intención, como acercarse, acariciarles, etc. que pueden provocar reacciones agradables o lo contrario. Pero es que no son solo las posibles mordeduras. Los perros jugando y corriendo pueden desestabilizar sin querer y hacer caer. Pueden empujar sin querer o queriendo, en un gesto afectivo y de juego. En ocasiones ellos saben muy bien cómo sortear el obstáculo humano que se interpone en la carrera, pero uno cree que no, se mueve y se produce el choque. Por último, se nos olvida que no todos amamos a los animales y a los perros, que no a todos nos parecen criaturas inofensivas. Dan miedo a muchas personas

Un perro suelto en una zona donde paseen personas es un peligro potencial y puede resultar desagradable y es justo que la Ley lo prohíba. Pues nada, todos los días me cruzo a alguien que lleva el perro suelto. Perros dóciles, perros muy dinámicos, perros incluso que ya han atacado alguna vez. Pobre de la persona que se le ocurra quejarse o denunciar. Se le cuelga en el barrio el San Benito de raro, intolerante y más. Solo por esperar de ti, dueño y dueña de perro, que cumplas la Ley. 

Que sí, que ya sé que es molesto llevar atado al perro (por el perro y por uno) y mucho más molesto recoger los excrementos y a veces cargarlos en una bolsita unos cuantos metros hasta la papelera mientras te llega su olor. Si para los que los amamos a estos seres nos preocupa en ocasiones las actitudes de otros perros sueltos con los nuestros o que las calles y parques parezcan un 3000 obstáculos de tantos excrementos que hay... ¿Cómo se sentirán los que no conviven con ellos y los aman?

Mi conclusión general es, en primer lugar, que no sé cómo los que no conviven con perros pueden tener tantísima paciencia y no pasarse el día denunciando. Las conductas humanas que he descrito se repiten casi todos los días, porque muchos dueños de perros hacen el mismo recorrido todos los días, sueltan al perro en el mismo lugar prohibido todos los días y no recogen los excrementos en el mismo parque o zona verde a diario, con lo cual sería muy fácil grabar y demostrar que el dueño Tal está incumpliendo la Ley. Esos a los que luego califican de intolerantes por quejarse una tarde son, en el fondo, muy benevolentes. Por otro lado, no acabo de comprender cómo conviviendo con seres tan altruistas y generosos no se nos va contagiando algo. 

No me extraña que las leyes que rigen ser propietario de perros se endurezcan porque, aunque casi todos los perros son majos, más de la mitad de los dueños son ingobernables, incluso cuando quieren a sus animales. 

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